Cada año, cuando la navidad se
acerca, aparecen cantidad de anuncios que recuerdan a las niñas que deben
comprar una muñeca que las acompañe en cada momento de su vida. Todas las
niñas, en todas las épocas, en todos los lugares, han jugado siempre con sus muñecas,
más o menos sofisticadas. (He de añadir que a muchos niños pequeños también les
encantan las muñecas, y no por ello dejarán de ser “varoniles” en el futuro, a
muchísimos niños les sucede lo mismo: sonríen contentos al tener una muñeca
entre sus brazos).
Foto: Alberto Díaz “Korda”
La niña de la muñeca de Palo. 1959.
El cambio en la estética y en la
indumentaria de las muñecas nos acercará un paso más a la evolución que ha
experimentado la mujer dentro del mundo infantil. Más concretamente, me centraré
en la entrada de hoy en analizar cómo han cambiado los gustos de las niñas y
qué han hecho los fabricantes de muñecas para complacerlos.
Cuando dan sus primeros pasos,
las niñas prefieren muñecos con aspecto de bebé, así pueden jugar a cuidarlos, darles
de comer, vestirlos y, en definitiva, juegan a ser como su mamá. Sin embargo,
conforme van creciendo, sienten que son demasiado mayores para esos juegos.
Quieren comenzar a tomar sus primeras decisiones, sentirse más independientes,
dejar de ser unas niñas (sentimiento que alcanzará su máximo apogeo con la
llegada de la adolescencia). Entonces, abandonan a sus bebés y buscan muñecas
con aspecto “de chica mayor”. En estas muñecas las niñas proyectan sus
deseos de futuro: “cuando sea mayor, quiero vestir con este vestido, ser
veterinaria, y llevar el pelo largo”. Por ello, es muy importante que las
empresas que las comercializan dejen los estereotipos femeninos a un lado, pues
no será igual una niña que haya crecido viendo muñecas con vestidos ajustados
que la que lo haga con muñecas vestidas de chándal.
En una retrospectiva, veamos cómo
ha evolucionado el estereotipo femenino en las muñecas de todas las épocas. En
1940, en plena posguerra española nació la famosa Mariquita Pérez, y con
ella los deseos de miles de niñas de ser exactamente igual que la muñeca ¿Qué
tenía de especial? Vestía con la ropa bonita que cualquier niña desearía tener,
“la muñeca que se viste de verdad”, decía el eslogan publicitario. Así era, de
hecho, pues la muñeca fue creada por Leonor
Coello, hija del Conde Coello de Portugal, una dama de la nobleza madrileña,
inspirándose en su propia hija: Leonor de Góngora. En este caso, Mariquita
Pérez representaba a una niña de unos 7 años, eso sí, vestida como no
podían hacerlo muchas de las niñas de la misma edad, debido a las limitaciones
económicas de la época.
Primer
modelo de Mariquita Pérez. 1940.
Mariquita
Pérez impregnó en las niñas el deseo de convertirse en alguien de un estatus
superior, para poder comprar la ropa que llevaban las “niñas bien”, aspecto
bastante negativo si, además, tenemos en cuenta el precio de la muñeca: 85 pesetas. La muñeca
era un producto de lujo accesible solamente a las clases más pudientes, ya que el
salario medio mensual no alcanzaba las 150 pesetas.
Ya
en 1968, nacía otra muñeca española: la Nancy. Fue muy bien
recibida, con un precio mucho más asequible para el bolsillo, y con aspecto
realista, como sería cualquier niña normal. “Nancy
es una chica moderna, que trabaja, tiene una cara preciosa y unos cabellos que
permiten todo tipo de peinados, un ropero lleno de modelos para todas las
ocasiones, su dormitorio, sus maletas, sus postizos, sus bolsos…Una muñeca con
la que jugar a cómo te gustaría ser de mayor”, decían los catálogos de la época.
Reflejo de una época de cambio,
en esta ocasión, la muñeca era una compañera de juegos, una hermana mayor; las
niñas querían seguir vistiendo bien a sus muñecas, pero con la ropa que ellas
mismas podían llevar. Para mí, la mejor muñeca que se ha diseñado, ¿sus
medidas? 42 centímetros de alto y una melena muy larga. En los años 90 se creó
una Nancy más pequeña y con menos curvas, y ya en el año 2000 se comercializó
una muñeca de coleccionista; eso sí, adaptada a las medidas de la mujer española
actual: 16,5 centímetros de cintura, 21 centímetros
de cadera y 21 de pecho.
Hablando
de medidas, no puedo dejar de nombrar a la muñeca que todas conocemos: la
mundialmente famosa Barbie, creada por Ruth Handler. La primera se
comercializó en 1959, y llevaba un bañador como vestimenta. La muñeca no llegó
a España hasta 1978.
Aunque
han salido a la luz multitud de modelos, el estereotipo femenino impregnado en
ellos no ha cambiado en ninguno: una mujer alta y rubia con ropa ajustada. De
hecho, se ha popularizado la “mujer Barbie”, así se califica a las mujeres sin
cerebro pero, eso sí, despampanantes. En relación a esto creó Aqua la canción
“Barbie girl”:
Y es
que las medidas de esta popular muñeca son, literalmente, imposibles, en la
realidad. En abril de 2011, una joven estadounidense que había sufrido
problemas de anorexia (cuando era animadora) se propuso evidenciar este hecho: la muñeca
Barbie, en la realidad, tendría 1.80 cm. de estatura, un peso de 49 kilos, 96 de
pecho, 45 de cintura y 83 de cadera. No
podría ni sostenerse en pie.
Galia
Slayen y la muñeca Barbie en tamaño real.
Aún
así, no debemos olvidar que, debido a las críticas hacia la imagen frívola de
mujer que la muñeca enseñaba a las niñas, en 1997, se cambió el molde del
cuerpo de la muñeca, añadiéndole una cadera más ancha. Además, Barbie ha
representado más de 80 profesiones, entre ellas, la de enfermera, patinadora, ejecutiva, cirujana,
esquiadora, bailarina, veterinaria, astronauta, embajadora de UNICEF, diplomática
en una cumbre política, dentista, jugadora de la NBA, nadadora olímpica, piloto
de Fórmula 1, productora, chef y pediatra, lo que dice mucho en su favor, pues
enseña a las niñas que pueden ser de mayores lo que quieran, no están sujetas a
las “profesiones de mujeres”. Eso sí, siempre han de tener mucho “estilo” a la
hora de vestir; por mucho que cambie algunos detalles, Barbie no dejará de ser rubia
y muy glamurosa” y la mujer “perfecta”, como bien señala este reciente anuncio:
Sin embargo, en 2001 el reinado
de Barbie se vio amenazado por unas nuevas muñecas: las Bratz’. Eran más
jóvenes, más modernas, sin pies, y con una enorme cabeza, y a las niñas les
encantaron. Tanto, que en 2005 las ventas de barbies decayeron en un 30%
en Estados Unidos y un 18% en todo el mundo, debido a la competencia ejercida
por las nuevas compañeras de juego.
Las nuevas muñecas Bratz’ se
comercializan en su página web con la frase “the girls with a passion for
fashion”. Ellas han marcado la nueva tendencia imperante hasta nuestros
días: las niñas cada vez quieren crecer más rápido. Tanto es así, que buscan
muñecas que les digan cómo serán en la adolescencia. Muñecas con una imagen
moderna y adolescente, a la última moda, y no una imagen más adulta, como la de
Barbie. Además, cada muñeca de las 4 originales representa un tipo diferente de
chica, cualquiera igual de válido: una es rubia, otra morena, otra negra, otra
castaña… no importa, porque todas visten con ropa mucho más realista: vaqueros
de campana (los que se llevaban hace unos poquitos años), camisetas top y
sandalias. Aspectos que puedes encontrar a pie de calle.
Además, las muñecas podrían
encerrar una psicología fácilmente perceptible: tienen una cabeza más grande y
un cuerpo más pequeño. Todas son delgadas, eso sí, pero con un pecho normal,
más bien pequeño. Se trata de destacar sus caras, con labios y ojos grandes, y
darle menos importancia al cuerpo, algo realmente positivo. Con estas muñecas,
las niñas podrían llegar a dejar de lado la apariencia física, aunque sólo sea
para centrarse más en la ropa de las muñecas, que es lo que realmente llama la
atención de ellas.
Y siguiendo con el reinado de las
muñecas adolescentes han nacido las actuales Monster High, el
nuevo fenómeno. Aunque las madres hacen afirmaciones como “Son horrorosas, pero mi hija está como loca con ellas”,
lo cierto es que a las niñas les encantan. También, por supuesto, son
adolescentes, y esta vez, aún más que las Bratz, a las que podíamos situar en
torno a los 18 años, ya que las muñecas van al instituto… muñecas de 15 o 16
años. Eso sí que es aterrador, la prisa que tienen las niñas por crecer: el fenómeno
ya denominado como KGOY –‘kids getting
older younger’.
Las pasadas navidades, los padres
hacían cola como locos a la puerta de las tiendas, desesperados por conseguir
una Draculaura, el nuevo juguete de moda. ¿Algo casual? Por supuesto que
no. No es casualidad que, en el mismo año, la saga Crepúsculo y estas muñecas
terroríficas sean lo más deseado por las niñas. Las más pequeñas quieren las
muñecas y las más mayores abarrotan las salas de cine.
-Sé lo que eres, tienes la piel pálida y fría como el hielo,
no sales a la luz del sol: vampiro
-¿Tienes miedo?
-No.
-No.
Pues así es, a las niñas ya
no les dan miedo los vampiros, y mucho menos si van a la última, como sus
muñecas favoritas. Siempre divinas, ése es el mensaje que transmiten las
muñecas a las niñas.
Esperemos que la superficialidad
de determinados estereotipos se vea minada por patitos feos que se convierten
en cisne. No hace falta ser guapa, sino tener cerebro, para enamorar al príncipe,
ése debería ser el mensaje. Las mujeres Barbie, guapas y sin cerebro, por
fortuna, han creado una nueva fórmula de risa en millones de situaciones cómicas.
Las niñas deberían continuar
jugando con muñecas, no importa que sean monstruitos o bebés, y crecer cuando sea
el momento adecuado, para convertirse en el modelo de mujer segura e
inteligente que entre todos estamos creando, y reírse también ellas de las
mujeres huecas sin corazón. Crecer jugando con muñecas, para no convertirse en muñecas
huecas, ¿paradójico, verdad?
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