El escritor y psicólogo infantil
austriaco, Bruno Bettelheim, se interesó en la influencia que podían ejercer
los cuentos de hadas en los niños y llegó a la conclusión de que son sumamente
importantes para la formación moral e intelectual de los niños. Bettelheim
afirmaba que lo imprescindible a la hora de educar a un niño era enseñarle a
encontrar un sentido a la vida, a que comprendiera tanto el mundo que le rodea
como a sí mismo. El mundo de los cuentos, por tanto, deberá estimular la
imaginación de los más pequeños provocándoles diversión, entretenimiento,
intriga y emociones.
Hoy en día, se protege a los
niños hasta el extremo, muchos padres sólo les muestran el lado bueno de la
realidad, para evitarles sufrimiento. No hay más que observar los dibujos
animados de hoy en día: diversión, entretenimiento y después más diversión. Con
pocos problemas se encuentran los protagonistas actuales, pues su única misión
es hacer reír a los niños, sin preocupaciones.
Sin embargo, los niños también
deben comprender que la lucha contra las dificultades de la vida es inevitable,
y que no es bueno huir, sino enfrentarse a los problemas inesperados y, a
menudo, injustos. Los cuentos de hadas ayudan a los niños a diferenciar entre
el bien y el mal, pues en ellos siempre existen dos tipos de personajes: los
protagonistas y los antagonistas. Nunca un mismo personaje puede ser malo y
bueno a la vez, como ocurre en la realidad, sino que se muestran dos figuras
diferentes. Precisamente, esta lucha entre el héroe y el villano ayuda a los
niños a comprender claramente la diferencia entre el bien y el mal.
Sin embargo, la lucha contra el
mal que los cuentos infantiles desde siempre han mostrado ya no es suficiente. En
una nueva sociedad, se deben tratar nuevos problemas. Es por esto que
recientemente han aparecido un nuevo tipo de cuentos: aquellos que educan en
igualdad. Los cuentos tradicionales mostraban a un héroe que debía enfrentarse
a un villano para rescatar a una princesa. No criticaré, como muchos antes que
yo han hecho, este tipo de cuentos, sino que los elogiaré: enseñan a los niños
la figura del bien (héroe) y el mal (villano) y cómo hay que luchar y
esforzarse por lo que uno ama (la princesa, en el caso del cuento). Sin embargo,
en la sociedad actual, en la que la mujer y el hombre pueden desempeñar los
mismos trabajos, los mismos papeles, ¿por qué no invertir los roles? ¿Por qué
no podría ser la princesa la protagonista, en lugar de la mujer pasiva que
espera en lo alto de una torre?
En esto se han centrado nuevos
escritores y editoriales de cuentos infantiles, en el desarrollo de nuevos
cuentos que, además de educar a los niños en los valores tradicionales (el bien
y el mal, el esfuerzo…) les enseñen nuevos valores más acordes con la sociedad
actual, como la igualdad de género. La escritora
Adela Turín está considerada como una de las pioneras en esta materia y, ya en
los años 70, contribuyó a la reflexión y al análisis de los sesgos sexistas en
las imágenes de los cuentos. Fundó (junto con Nella Bosnia, la ilustradora de
muchas de sus primeras obras), la editorial “Dalla parte delle bambine” (en
favor de las niñas), con sede en Milán. En 1994, fundó (junto con Silvie Cromer)
la asociación europea “Du côté des filles” (en favor de las niñas), cuyos
objetivos son la investigación y la
denuncia del sexismo en los materiales educativos. La mayoría de los cuentos de Adela Turín todavía
se conservan frescos y de actualidad en la defensa de una educación más
igualitaria para las niñas y las mujeres. En España, fueron distribuidos por la
editorial Lumen, con sede en Barcelona.
Más actual es la editorial Hotel Papel, sin embargo, está motivada por los mismos objetivos: “Todo surgió como un sueño: el de que los niños que
teníamos cerca, nuestros hijos, sobrinos..., se educaran en igualdad, sin
estereotipos ni prejuicios hacia los que son diferentes a sí mismos”,
declaraba Ángela Martín, responsable de la editorial en el cultural.es.
Para
terminar, os dejo un par de cuentos infantiles, con papeles femeninos diferentes:
Rosa caramelo, de Adela Turín:
Había una vez en el país de los elefantes... una manada en
que las elefantas eran suaves como el terciopelo, tenían los ojos grandes y
brillantes, y la piel de color rosa caramelo. Todo esto se debía a que, desde
el mismo día de su nacimiento, las elefantas sólo comían anémonas y peonias. Y
no era que les gustaran estas flores: las anémonas- y todavía peor las
peonias- tienen un sabor malísimo. Pero eso sí, dan una piel suave y rosada y
unos ojos grandes y brillantes.
Las anémonas y las peonias crecían en un jardincillo
vallado. Las elefantitas vivían allí y se pasaban el día jugando entre ellas y
comiendo flores.
“ Pequeñas”, decían sus papás, “ tenéis que comeros todas las peonias y no dejar ni sola anémona, o no os haréis tan suaves como vuestras mamás, ni tendréis los ojos grandes y brillantes, y, cuando seáis mayores, ningún guapo elefante querrá casarse con vosotras”.
“ Pequeñas”, decían sus papás, “ tenéis que comeros todas las peonias y no dejar ni sola anémona, o no os haréis tan suaves como vuestras mamás, ni tendréis los ojos grandes y brillantes, y, cuando seáis mayores, ningún guapo elefante querrá casarse con vosotras”.
Para volverse más rosas, las elefantitas llevaban zapatitos
color de rosa, cuellos color de rosa y grandes lazos color de rosa en la punta
del rabo.
Desde su jardincito vallado, las elefantitas veían a sus
hermanos y a sus primos, todos de un hermoso color gris elefante, que jugaban
por lasabana, comían hierba verde, se duchaban en el río, se revolcaban en el
lodo y hacían la siesta debajo de los árboles.
Sólo Margarita, entre todas las pequeñas elefantas, no se
volvía ni un poquito rosa, por más anémonas y peonias que comiera. Esto ponía
muy triste a su mamá elefanta y hacía enfadar a papá elefante.
“Veamos Margarita”, le decían, “¿Por qué sigues con ese horrible color gris, que sienta tan mal a un elefantita?¿Es que no te esfuerzas?¿Es que eres una niña rebelde?¡Mucho cuidado, Margarita, porque si sigues así no llegarás a ser nunca una hermosa elefanta!”
“Veamos Margarita”, le decían, “¿Por qué sigues con ese horrible color gris, que sienta tan mal a un elefantita?¿Es que no te esfuerzas?¿Es que eres una niña rebelde?¡Mucho cuidado, Margarita, porque si sigues así no llegarás a ser nunca una hermosa elefanta!”
Y Margarita, cada vez más gris, mordisqueaba unas cuantas
anémonas y unas pocas peonias para que sus papás estuvieran contentos. Pero
pasó el tiempo, y Margarita no se volvió de color de rosa. Su papá y su mamá
perdieron poco a poco la esperanza de verla convertida en una elefanta guapa y
suave, de ojos grandes y brillantes. Y decidieron dejarla en paz.
Y un buen día, Margarita, feliz, salió del jardincito
vallado. Se quitó los zapatitos, el cuello y el lazo color de rosa. Y se fue a
jugar sobre la hierba alta, entre los árboles de frutos exquisitos y en los
charcos de barro. Las otras elefantitas la miraban desde su jardín. El primer
día, aterradas. El segundo día, con desaprobación. El tercer día, perplejas. Y
el cuarto día, muertas de envidia. Al quinto día, las elefantitas más valientes
empezaron a salir una tras otra del vallado. Y los zapatitos, los cuellos y los
bonitos lazos rosas quedaron entre las peonias y las anémonas. Después de haber
jugado en la hierba, de haber probado los riquísimos frutos y de haber comido a
la sombra de los grandes árboles, ni una sola elefantita quiso volver nunca
jamás a llevar zapatitos, ni a comer peonias o anémonas, ni a vivir dentro de
un jardín vallado. Y desde aquel entonces, es muy difícil saber viendo jugar a
los pequeños elefantes de la manada, cuáles son elefantes y cuáles son
elefantas, ¡¡se parecen tanto!!
La princesa vestida con una bolsa de papel, de Robert Munsch:
Elizabeth era una princesa muy linda. Vivía en un castillo y
tenía lujosos vestidos de princesa. Se iba a casar con un príncipe llamado
Ronaldo.
Desafortunadamente, un dragón destruyó el castillo, quemó la
ropa con su aliento de fuego y secuestró al príncipe Ronaldo.
Elizabeth decidió perseguir al dragón y rescatar a Ronaldo.
Buscó por todas partes algo que vestir, pero lo único que se había salvado del
fuego era una bolsa de papel.
Se vistió con ella y persiguió al dragón. Resultaba fácil
perseguirlo, porque donde quiera que iba dejaba un rastro de huesos quemados y
huesos de caballo.
Finalmente Elizabeth llegó a una cueva con una puerta muy
grande, que tenía unaldabón enorme. Llamó a la puerta fuertemente con el
aldabón. El dragón abrió, asomó la nariz y dijo: - ¡Qué milagro! ¡Una princesa!
Me encanta comer princesas, pero ya me comí un castillo entero hoy. Estoy muy
ocupado. Vuelve mañana. Dio tal portazo que por poco le aplasta la nariz a
Elizabeth.
Elizabeth volvió a golpear la puerta con el aldabón. El
dragón abrió, asomó la nariz y dijo: - Vete. Me encanta comer princesas, pero
ya he comido un castillo entero hoy.
Vuelve mañana. -¡Espere! – Gritó Elizabeth- . ¿Es verdad que
es el dragón más inteligente y feroz de todo el mundo?
¡Pues claro! Dijo el dragón.
-¿Y es verdad que usted es capaz de quemar diez bosques con
su aliento de fuego? –
Preguntó Elizabeth. - ¡Claro que si! -Dijo el dragón, y
aspiró hondo y echó una bocanada de fuego tan grande que quemó a cincuenta
bosques enteros.
Entonces dijo Elizabeth: - Señor dragón, ¿es verdad que
puede volar alrededor del mundo en sólo diez segundos? -¡Claro que sí!- dijo el
dragón, y dando un salto, voló alrededor del mundo en sólo diez segundos.
Estaba muy cansado cuando regresó, pero Elizabeth gritó: -¡Formidable! ¡Hágalo
otra vez!
Dando un salto el dragón voló alrededor del mundo en sólo
veinte segundos. Cuando regresó ya no podía ni hablar, tan cansado estaba.
Se acostó y se durmió inmediatamente.
Muy suavemente Elizabeth le dijo: - ¿Me oye, señor dragón?
El dragón ni se inmutó.
Elizabeth le levantó una oreja y metió su cabeza adentro.
Gritó con todas sus fuerzas:
¿Me oye, señor dragón? Pero el dragón estaba tan cansado que
ni se inmutó.
Elizabeth caminó sobre el dragón y abrió la puerta de la
cueva. Allí encontró al príncipe Ronaldo. Él la miró y le dijo: -¡Oh,
Elizabeth, estas hecha un desastre! Hueles a cenizas, tu pelo está todo
enredado y estas vestida con una bolsa de papel sucia y vieja. Vuelve cuando
estés vestida como una verdadera princesa.
-Mira Ronaldo- le dijo Elizabeth- , tu ropa es realmente
bonita y estas peinado a la perfección. Te ves como un verdadero príncipe, pero
¿sabes una cosa? Eres un inútil. Y al final del cuento, no se casaron.
Muy buenas entradas y sobretodo, muy bien redactadas. Sigue así y no dejes de luchar por ser una gran periodista, llegaras lejos. FELICIDADES!
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